domingo, 28 de noviembre de 2010

"Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;" (Hebreos 1:1-2)


"Hace más de 1.900 años hubo un hombre que nació contrario a las leyes naturales de la vida. Este hombre vivió en la pobreza y fue criado en el anonimato. No viajó extensamente. Sólo una vez cruzó las fronteras del país en que vivía; eso fue cuando, siendo niño, estuvo un tiempo exiliado. No poseía ni influencia, ni dinero. Sus familiares no eran prominentes y carecían de todo entrenamiento o de educación formal. Durante su infancia atemorizó a un rey; durante su niñez, impresionó a los doctores; ya siendo hombre dominó la naturaleza, caminó sobre las olas como si fuese el suelo y silenció los vientos y la mar. Sanó a las multitudes sin medicina y no cobró por sus servicios. Nunca escribió un libro; sin embargo, los libros que se han escrito sobre él, podrían llenar bibliotecas enormes. Nunca escribió un canto; sin embargo, ha provisto tema para más cantos que los que han producido todos los compositores juntos.

Nunca fundó una Universidad, pero todas las universidades y escuelas juntas no tienen más discípulos que él. Nunca dirigió un ejército, o enlistó a un soldado, o disparó un arma de fuego; sin embargo, ningún líder ha tenido más voluntarios bajo sus órdenes que hayan hecho que tantos rebeldes entreguen sus armas y se rindan sin disparar un solo tiro.

Nunca practicó la medicina, pero ha sanado el mayor número de corazones quebrantados que todos los doctores juntos. Cada séptimo día la actividad humana cesa y las multitudes van a adorarle. Los nombres de los grandes estadistas de Grecia y Roma florecieron y han quedado relegados al olvido. Pero aunque el tiempo ha colocado miles de años entre este Hombre y nuestros días,  él siempre vive. Herodes no le pudo destruir y el sepulcro no le pudo retener. Él está sobre el mayor pináculo de la gloria celestial, proclamado por Dios, reconocido por los ángeles, adorado por los santos y temido por demonios, como el viviente y personal Cristo, nuestro Señor y Salvador."

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