Los doce espías y la unidad
Una misión clara
Moisés, por mandato de Dios, comisionó y envió 12 espías para reconocer la tierra de Canaán, que Dios había decidido darles (no que les iba a dar), con el fin de resolver algunas inquietudes concretas: “Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos.” (Números 13:1-2):
* Al observar la tierra habitada: ¿Cómo es? ¿Es fértil o estéril? ¿Hay árboles o no? (Números 13:20)
* Al observar el pueblo que la habita: ¿Es fuerte o débil? ¿Es poco o numeroso? (Números 13:18)
* ¿Cómo son las ciudades habitadas? ¿Son campamentos o plazas fortificadas? (Números 13:19)
Dentro de los objetivos de la misión no estaba el de opinar en cuanto a la tierra o a la opción de poseerla o no. El informe que traerían los espías no era para abrir tal discusión, puesto que la decisión Dios ya la había tomado soberanamente, y la comunicó como una promesa a Moisés, y al pueblo.
Un informe unánime
El informe de los 12 espías, que respondía las tres grandes inquietudes de Moisés, fue unánime:
· La tierra es muy buena, puesto que “…fluye leche y miel” (Números 13:27)
· El pueblo es fuerte (Números 13:28), y es numeroso (Números 13:29)
· Las ciudades son muy grandes y fortificadas (Números 13:28)
Ante los interrogantes planteados, Dios ya tenía la respuesta, pero él tenía un propósito al pedir este informe. Si el informe hubiera terminado aquí, hubiera sido perfecto, pero vino la división:
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