jueves, 6 de enero de 2011

RECORDANDO NUESTRO LEGADO


EL PACTO - Teoterapia de la promesa


Cada vez que tengo el privilegio de hablar de Papá Dios, mi corazón se llena de alegría por la oportunidad de compartir  al menos un poco de lo mucho que Él me ha dado.

Hace muchos años cuando pensaba que lo había alcanzado todo me encontré con una verdad que me dejó estupefacto. Mi vida apenas comenzaba desde el momento en que por un acto de fe, tomé la decisión de invitar a Jesucristo a morar en mí, como mi Señor y Salvador. Y fue solo en ese momento cuando realmente se reveló ante mí “la verdad” de la Palabra de Dios; una verdad que me enseñaba como vivir una vida abundante y llena del verdadero éxito.

“ Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” Juan 8:32
“…Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?” Juan 18:38

Poncio Pilato nunca esperó la respuesta a la pregunta formulada a Jesús. Yo era un hombre encadenado y la palabra libertad me impulsó a formularle a Dios la misma pregunta: “¿Qué es la verdad?” En realidad a Pilato nunca le interesó conocer la respuesta y muy  posiblemente yo en otra circunstancia de mi vida tampoco hubiese esperado. Pero fue precisamente el paisaje desolador de mi vida el que me detuvo a esperarla, y Jesús me dijo : “Yo soy la verdad” (Juan 14:6)

!!Que increíble! Yo había caminado largos y cortos trayectos, dentro de los cuales viví buenos pero también difíciles momentos, guiado bajo mi vana manera de pensar y apoyado en mi propia sabiduría. Había tenido un éxito aparente, es verdad, pero lo que se podía ver, lo que la gente podía apreciar, era solo la máscara de un hombre que aparentaba haber encontrado la felicidad total.

Buscando la verdad, había alcanzado grandes títulos, tenía muchas experiencias, sabía de muchas cosas;  pero conocía poco de la Biblia y por supuesto, nada de la voluntad de Dios. Había alcanzado aparentes triunfos: un título universitario, una situación económica estable, una esposa, un hogar; sin embargo tenía que reconocer también grandes derrotas: la más grave de todas era mi hogar que se estaba derrumbando, mi esposa a quien estaba lastimando y mi vida misma que ya se encaminaba al fracaso.

!Éxito! No existía ninguno, porque no conocía a Dios, a Papá Dios, la Fuente de la vida y la auténtica prosperidad. Entonces de una manera increíble Dios  me respondió: Néstor, “nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a lo que en el está escrito, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien.(Josué 1:8)

Desde entonces todo me ha salido bien. Hoy le conozco y Él me conoce. Sé lo que anhela y espera de mí y Él sabe todo lo que yo necesito. Hay un lazo de amor entre Dios y yo que nos une, un lazo llamado…Pacto.

Históricamente, Dios Papá siempre ha elegido hombres para pactar con ellos, con la única intención de revelarnos y hacernos digerible el verdadero y gran pacto: Jesucristo, en quien está el compendio de su plan y el cúmulo de promesas que tiene a favor de sus hijos y su pueblo. En este sentido y de manera didáctica (aunque no esté expresado literalmente en la Biblia), podemos hablar de un Pacto con mayúscula, que es el que hace Dios con  la “criatura” (El hombre creación de Dios), y él lo comunica a la “hechura” (la mujer), en calidad de Hija-esposa. El Pacto lo inicia Dios y es Él quien hace Pacto con los hombres. A nivel espiritual el hombre no puede hacer pacto con Dios, ni con otros hombres. Pero bajo la sombra de este Pacto, el hombre puede hacer pacto (o convenio con Dios, en minúscula), y la mujer tanto soltera, como casada puede hacer votos (juramento a Dios). Cuando decimos bajo la sombra del Pacto de Dios, estamos hablando más bien que el hombre lo que hace es dar respuesta voluntaria al Pacto que viene de Dios.


Dios ha hecho con los hombres y que finalmente tienen su cabal cumplimiento en la renovación del Pacto: Jesucristo. Le invito a descubriremos la dimensión espiritual de ser y vivir a la altura de un hijo del Pacto.


NÉSTOR CHAMORRO P.


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