martes, 27 de diciembre de 2011

Teodoro (Biniamín Zeev) Herzl, el visionario del sionismo moderno

Teodoro (Biniamín Zeev) Herzl, el visionario del sionismo moderno, nació en Budapest en 1860. Fue educado en el espíritu del Iluminismo germano-judío de la época, aprendiendo a valorar la cultura secular. En 1878 su familia se trasladó a Viena y en 1884 Herzl obtuvo su doctorado en Derecho de la Universidad de Viena. Se convirtió en escritor, dramaturgo y periodista. Herzl fue el corresponsal en París del influyente periódico liberal vienés Neue Freie Presse. Herzl tropezó por primera vez con el antisemitismo, que transformaría su vida y el destino de los judíos en el siglo XX mientras estudiaba en la Universidad de Viena (1882). Más tarde, durante su estadía en París como periodista, se enfrentó directamente con el problema. En aquel entonces Herzl consideraba al problema judío como una cuestión de carácter social y escribió un drama, El Gueto (1894) en el que la asimilación y la conversión eran rechazadas como soluciones. Herzl esperaba que El Gueto condujera a una polémica y finalmente a una solución, que se basara en la tolerancia y el respeto mutuos entre cristianos y judíos.     Póster del jubileo de la Organización Sionista Mundial (Archivo Sionista Central) El libro de Herzl, Der Judenstaat [El Estado Judío] (Archivo Sionista Central) En 1894, el capitán Alfred Dreyfus, un oficial judío del ejército francés, fue acusado injustamente de traición, principalmente debido a la atmósfera antisemita reinante. Herzl estuvo presente cuando el populacho gritaba “Muerte a los Judíos” y llegó a la conclusión que existía una sola solución a este ataque antisemita: la emigración masiva de los judíos hacia un país al que pudieran llamar propio. Así, el Caso Dreyfus pasó a ser uno de los factores determinantes en la génesis del Sionismo Político. Herzl llegó a la conclusión de que el antisemitismo era un factor estable e inmutable en la sociedad humana, que la asimilación no sería la solución. Consideró la idea de llegar a una soberanía judía y, a pesar del ridículo al que sería sometido por líderes judíos, publicó en 1896 Der Judenstaat (El Estado Judío). Herzl planteó que la esencia del problema judío no era algo individual sino algo de carácter nacional. Declaró que los judíos lograrían la aceptación del mundo solamente si dejaban de ser una anomalía nacional. Los judíos son un pueblo, dijo, y su condición puede ser transformada en una fuerza positiva por medio del establecimiento de un estado judío con el consentimiento de las grandes potencias. Él vio la cuestión judía como un problema de política internacional, que debía ser tratado en la arena de la política internacional. Herzl propuso un programa práctico para la recolección de fondos de los judíos de todo el mundo por medio de una organización que trabajaría hacia la realización práctica de esta meta (esta organización, cuando fue creada finalmente, se llamó la Organización Sionista). Consideraba que el futuro estado sería un estado modelo desde el punto de vista social, basando sus ideas en el modelo europeo de la época, una sociedad ilustrada moderna. Debía ser neutral y a favor de la paz, y de naturaleza secular. Las ideas de Herzl fueron acogidas con entusiasmo por las masas judías en Europa Oriental, aunque los líderes judíos mostraron menos fervor. A pesar de eso, Herzl convocó y presidió el Primer Congreso Sionista en Basilea, Suiza del 29 al 31 de agosto de 1897, la primera reunión internacional de judíos sobre una base nacional y secular. Aquí los delegados adoptaron el Programa de Basilea, el programa del movimiento sionista, y declararon que “el sionismo pretende establecer en Palestina un hogar para el pueblo judío que esté basado en la ley pública”. En el Congreso se fundó la Organización Sionista como brazo político del pueblo judío, y Herzl fue electo su primer presidente. Ese mismo año, Herzl fundó el semanario sionista Die Welt e inició las actividades para obtener el reconocimiento internacional para un asentamiento judío en la Tierra de Israel (Eretz Israel). Herzl con una delegación sionista camino a Eretz Israel (1898) (Oficina de Prensa del Gobierno de Israel) Después del Primer Congreso Sionista, el movimiento se reunió anualmente en los marcos de un Congreso Sionista Internacional. En 1936 el centro del Movimiento Sionista fue trasladado a Jerusalem. En 1902, Herzl escribió la novela sionista, Altneuland (Vieja Nueva Tierra), en la que presentó el futuro estado judío como una utopía social. Tuvo la visión de una nueva sociedad que surgiría en la Tierra de Israel sobre una base cooperativa, que utiliza la ciencia y la tecnología para el desarrollo del país. Incluyó ideas detalladas respecto a la forma en que veía la estructura política del futuro estado, la inmigración, la recaudación de fondos, las relaciones diplomáticas, las leyes sociales y las relaciones entre religión y estado. En Altneuland, el estado judío aparecía como una sociedad pluralista y progresista, una “luz para las naciones”. Este libro tuvo un gran impacto entre los judíos de la época y se convirtió en el símbolo de la visión sionista en la Tierra de Israel. Herzl con una delegación sionista en Jerusalem (1900) (Oficina de Prensa del Gobierno de Israel) Herzl comprendió la necesidad del estímulo de las grandes potencias para los objetivos nacionales del pueblo judío. Por eso, viajó a la Tierra de Israel y a Estambul en 1898 para encontrarse con el Kaiser Guillermo II de Alemania y el Sultán del Imperio Otomano. Cuando estos esfuerzos demostraron ser estériles, se volvió hacia Gran Bretaña y se reunió con Joseph Chamberlain, el ministro de colonias británico y con otros. La única oferta concreta que recibió por parte de los británicos fue la propuesta de una región autónoma judía en el Africa Oriental, en Uganda. El pogrom de Kishinev en 1903 y la difícil situación de la judeidad rusa, que conoció de cerca durante una visita a Rusia, le causó una fuerte impresión. Presentó al Sexto Congreso Sionista (1903) la propuesta británica de Uganda como refugio temporario para los judíos de Rusia que se encontraban en un peligro inmediato. Si bien Herzl dejó en claro que esta proposición no afectaría la meta final del sionismo, una entidad judía en la Tierra de Israel, la propuesta despertó una gran tormenta en el Congreso y casi provocó un cisma en el movimiento sionista. El Programa de Uganda fue rechazado finalmente por el movimiento sionista en el Séptimo Congreso Sionista, en 1905. La Tumba de Herzl, en el Monte Herzl, en Jerusalem (Archivo Sionista Central) Herzl murió en 1904 de una neumonía, y de una debilidad cardíaca debido al exceso de trabajo por sus incesantes esfuerzos en pro del sionismo. Mas para entonces el movimiento había encontrado ya su lugar en el mapa político mundial. En 1949 los restos mortales de Herzl fueron traídos a Israel e inhumados en el Monte Herzl, en Jerusalem. Herzl acuñó la frase “Si lo queréis, no será una leyenda”, que se convirtió en el lema del movimiento sionista. Si bien en su momento nadie lo hubiera imaginado, el movimiento sionista condujo, en tan sólo cincuenta años después del Primer Congreso, al establecimiento del soberano Estado de Israel. El Congreso Sionista: de la Diáspora a Israel Herzl en el Primer Congreso Sionista (1897) (Oficina de Prensa del Gobierno de Israel) Una sesión del 27o Congreso Sionista en Israel (1968) (Archivo Sionista Central) Sionismo (Este capítulo fue extraído de la obra “Sionismo” (1995), del Prof. Biniamín Neuberger.) El sionismo es el movimiento nacional que aboga por el retorno de los judíos a su patria ancestral - la Tierra de Israel - y la reanudación de una vida judía soberana allí. Las añoranzas por Sión y la inmigración judía continuaron durante todo el período del largo exilio que siguió a la conquista por parte de Roma y a la destrucción del Templo en el año 70 EC. Estas nostalgias adquirieron una nueva forma en el siglo XIX, cuando el nacionalismo moderno, el liberalismo y la emancipación obligaron a los judíos a hacer frente a las nuevas interrogantes que el movimiento sionista procuraba responder. El movimiento de Jibat Tzión empezó a formarse en la segunda mitad del siglo XIX, pero el cambio sustancial ocurrió posteriormente, cuando Teodoro Herzl activó y consolidó el sionismo en un movimiento político, al convocar el Primer Congreso Sionista en 1897. Herzl fue el primero en llevar el problema judío a la atención mundial e hizo aparecer al pueblo judío en la escena política internacional. El movimiento sionista que se desarrolló a partir de su iniciativa creó también los instrumentos organizativos, políticos y económicos para la implementación de su visión e ideología. El movimiento sionista enunció sus metas - un hogar nacional para el pueblo judío en la Tierra de Israel - en el Programa de Basilea. Fuera de los movimientos que rechazaban la idea de un renacimiento nacional, el sionismo incluyó diversos grupos, desde el sionismo religioso al sionismo socialista. Todos los cuales cooperaron hacia la meta de un Hogar Nacional Judío, una empresa que culminó con el establecimiento del Estado de Israel en 1948. Una interpretación moderna de un antiguo concepto El origen del término “sionismo” es la palabra bíblica “Sión”, frecuentemente empleada como sinónimo de Jerusalem y de la Tierra de Israel (Eretz Israel). Sionismo es la ideología que reflejalos anhelos de los judíos de todo el mundo hacia su patria histórica - Sión, la Tierra de Israel. La esperanza de un retorno a su patria ancestral fue sustentada primeramente por los judíos exiliados en Babilonia hace unos 2.500 años atrás - una esperanza que subsecuentemente se hizo realidad. (“Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos, acordándonos de Sión”. Salmos 137:1). Así, el sionismo político, que surgió en el siglo XIX, no inventó el concepto y no la acción del retorno. Más bien, se adueñó de una antigua idea y de un movimiento activo y en marcha, y los adaptó para que hicieran frente a las necesidades y al espíritu de los tiempos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario