jueves, 27 de octubre de 2011

COLOMBIA TIERRA DE OPORTUNIDADES



La contrariedad se vive como un fracaso y la experiencia del fracaso da rienda suelta a los pensamientos negativos.  En adelante nos resistiremos a enfrentar retos similares, no sea que se repita la experiencia.  Al mismo tiempo imaginamos que otras personas observan nuestra ineptitud, la juzgan y nos condenan por ella.  Es tan triste como cierto: los fracasos tienden  a dejar más huella que los éxitos.  Una conducta percibida como meter la pata hace dudar de uno mismo y anula incluso una larga serie de victorias.

Pero ¿Qué es el fracaso en realidad?  Si los miramos positivamente, los dos primeros ejemplos anteriores no son fracasos sino simples contrariedades en el camino, o tan sólo unos retos a superar.  Y si esos ejemplos pueden considerarse así, ¿por qué no también los demás?  Aunque, desde luego, el no conseguir un ascenso sí reviste mayor carácter de revés personal y rechazo.  En cuanto a la pérdida del empleo, se complica con la posible inminencia de cambios profundos en la vida de uno.  Pero vistos desde la perspectiva correcta, todos ellos son desafíos y no razones para arrojar la toalla.  La realidad es que los jueces más severos de nuestra actuación somos nosotros mismos.  Muchas veces los veredictos que tanto va a repercutir en nuestra autoestima se base en indicios muy débiles.  

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